Un poco de amor francés
La conexión franco-argentina está presente en la investigación académica, la historia política y la música popular. Una huella tenue dejada por poetas malditos y filósofos del romance.
“Tal vez tu estés allí,
Tal vez yo esté aquí,
Tal vez estoy pensando, abrumado”
Conexión París - La Sobrecarga
En cierta manera se puede decir que la idea de Francia como el destino romántico definitivo es una creación de los últimos 100 años, fogoneada sobre todo por algunas comedias clásicas y un puñado de lugares comunes que las empresas de turismo supieron aprovechar con inteligencia. Pero antes de eso los galos fueron los creadores de ficciones llenas de excesos y escatología como Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais o la polémica obra del Marqués de Sade, pionero en la alquimia de mezclar sexo y política. Lo pantagruélico y lo sádico, dos adjetivos fundamentales para entender el grotesco, se desprenden de estos dos autores franceses. Pero luego de la influyente generación de los escritores malditos del siglo XIX y de las vanguardias de la década del 20’, Francia fue transformándose lentamente en sinónimo de refinamiento y elegancia. Una tierra llena de moda y nouvelle cuisine.
Pero los pensadores franceses siguieron escribiendo, con el amor y la sociopolítica como tópicos centrales de interés. Una producción de conocimiento que encontró una fuerte repercusión en la academia argentina, a diferencia de lo que ocurre en el mundo anglosajón, donde la idea de philosophe francais es sinónimo irónico de esnobismo elitista. No es casual que esta francofilia criolla se trasladara a otros ámbitos de la cultura, así como tampoco es casual que muchos artistas exiliados durante la última dictadura militar eligieran París como residencia (teniendo a la Rue Descartes 16 como punto de reunión preferido por músicos del tango y el folklore). Esa ciudad albergó a los miembros más activos que militaron el boicot contra el Mundial de fútbol de 1978 organizado por el gobierno militar. Y también allí, durante esos oscuros años, Miguel Ángel Peralta formó Miguel Abuelo et Nada, la pata francesa de su proyecto histórico, mientras Jairo se sumergía en el mundo de la chanson con notable éxito.
De este lado del Atlántico Luis Alberto Spinetta decidía que el impacto que le había ocasionado la lectura de Heliogábalo o el anarquista coronado y de Van Gogh: el suicidado de la sociedad era demasiado grande como para limitarlo a una sola canción. La lectura de Antonin Artaud, quizás el último poeta verdaderamente maldito, era obligatoria para los jóvenes inquietos de su generación. El Flaco no dudó en cambiar la formación y la propuesta musical de su proyecto del momento, Pescado Rabioso, nombre que por motivos contractuales debió conservar a la hora de editar el álbum. Artaud, un infaltable cuando se hacen listas de los mejores álbumes de rock argentino, no buscó ser una adaptación literal de los escritos del autor francés, si no replicar la experiencia casi divina que propone en su obra. El más espiritual de los surrealistas inspiró al más libérrimo de los letristas argentinos. Nueve canciones que pueden escucharse como si fueran una sola de 36 minutos, ya que no hay pausas entre ellas y las transiciones son casi invisibles. Por no citar el formato de octógono irregular que tuvo la funda del disco original; un recurso muy artaudiano también.
Resulta interesante ver como Spinetta fue tomando ideas de varios pensadores a lo largo de su carrera. En los años 80’ se sumergió en la obra ambigua e influyente de Carlos Castaneda, que le inspiró varias canciones durante su ápoca al frente de Jade. Al misterioso antropólogo lo unía con Artaud su estudio alrededor de pueblos originarios mexicanos. Mientras que el poeta nacido en Marsella viajó a México en 1936 para conocer a los tarahumaras, cultura que consideró superior a la occidental, Castaneda lo hizo 25 años después para estudiar a los yaquis, pueblo que retrató en la serie de libros iniciada con Las enseñanzas de Don Juan. Dale gracias o Ixtlán hacen mención explícita a estos temas. Sin embargo, con el paso de los años Luis Alberto se acercó a pensadores menos afines a las exploraciones mágicas y más interesados en razonar la realidad, como Michel Foucault. En el libro Spinetta: crónica e iluminaciones el periodista Eduardo Berti rescata esta influencia, presente sobre todo en Téster de violencia (1988). “Vigilar y Castigar me parece una introducción al Psicoanálisis realmente en serio, y por más que no te vayas a psicoanalizar, me parece fabuloso leerlo porque es verse a uno mismo desde el punto de vista de lo que hemos creado como norma represiva entre todos” señaló en una entrevista de esos años.
Menos registrado está el momento en el que Gustavo Cerati conoció la obra de Roland Barthes. En Otra piel del álbum Ahí vamos hay una frase casi literal extraída de Fragmentos del discurso amoroso del célebre semiólogo: “Si el lenguaje es otra piel / toquémonos más / con mensajes de deseo”. Tampoco está claro cuando fue que un adolescente de Lanús llamado Adrián Hugo Rodríguez decidió adoptar como alter ego artístico el nombre de Adrián Dárgelos, apellido de un personaje apuesto y altanero de Los niños terribles a Jean Cocteau. El líder de Babasónicos es un ávido lector que supo construir su imagen tomando elementos del dandismo literario, mezclado con la estética del cine clase B. Una propuesta muy criticada en el rock argentino de los 90’, que valoraba la sinceridad barrial ante todo, pero que terminó demostrando ser inoxidable al entrar en el Siglo XXI.
Si Roland Barthes postuló que el lenguaje es una segunda epidermis que cumple la función tanto de proteger como de simular, Artaud se ubicó en la vereda de enfrente. Su admiración por las manifestaciones teatrales de otras culturas partía del hecho que prescindían de la palabra en sus escenificaciones, postulando en El Teatro y su Doble que había que buscar nuevas formas similares para narrar desde lo gestual en Occidente: “Nuestro teatro está oprimido por la dictadura absoluta de la palabra” afirmaba Antonin, proponiendo intentar existir por fuera del texto. Se trata de otra forma de entender la vieja discusión forma vs. contenido. A lo largo de los años muchos artistas de la música popular adoptaron el disfraz y lo performático como parte central de su propuesta, sin por ello renunciar a la riqueza de las palabras. La búsqueda continúa. Mañana es mejor.